Mamás siglo XXI: entre el teletrabajo y el cuidado de sus hijos
Ya en 2013 la palabra “freelance” venía pisando fuerte a nivel mundial; hoy podemos decir que se ha convertido en tendencia y Argentina no ha quedado fuera de ella.
Se sabe que el valor cobrado por el trabajo va de la mano de la calidad y dedicación colocado en el mismo. Ya sea en la casa, en la oficina, en un bar o en una plaza, el trabajo freelancer está dando que hablar.
Según datos del sitio mundial de empleo independiente, Freelancer.com, en lo que va de 2016 la cifra de mujeres freelancers en Argentina creció un 30% (calculadas en más de 60 mil), mientras que a nivel mundial ya alcanzó los 4 millones.
De acuerdo al estudio, en esta modalidad se pueden asignar dos perfiles de mujeres: “las menores a 35 años, y las mujeres que han tenido hijos y no quisieron reincorporarse a la relación de dependencia -o lo hicieron por poco tiempo- y que son mayores de 35 años” revela infobae. Entre los trabajos más elegidos por las argentinas figuran: diseño gráfico, comunicación, community management, fotografía, redacción de contenidos, traducciones y marketing.
El trabajo desde el hogar está siendo una de las nuevas herramientas de empleabilidad que muchos elijen a la hora de trabajar de manera independiente. En algunos casos esta nueva manera autónoma de trabajar tiene sus visiones a favor y en contra.
La visión optimista a toda esta revolución, sostiene que muchas personas se sienten identificadas a esta nueva metodología laboral, (en donde uno maneja sus horarios de trabajo, de descansos, rutina y otras actividades personales) entre ellos los millennials. “Muchos lo viven como la nueva manera de hacer las cosas y están viendo que no necesitan gastar mucho si tienen flexibilidad para elegir cómo y dónde vivir, que no tienen que mantener una fidelidad a una empresa para siempre, y que son más felices así”, afirma Sara Horowitz fundadora de Freelancers Union.
En la vereda opuesta se encuentran aquellos que no ven muy próspero este tipo de empleabilidad. Algunas de las razones que llevan a este pensamiento son la falta de un seguro u obra social, el nivel de ingresos que se maneja y es maleable, incrementa el aislamiento de las personas, entre otras cosas.
La realidad es que, tanto en un empleo tradicional como en uno freelance, el nivel de ingresos, el grado de aislamiento o no de una persona estará dado por la dedicación, la calidad del trabajo, el manejo de espacios de co-working o toda otra serie de factores que van mucho más allá de si una persona está empleada o trabaja en forma independiente, asegura Sebastián Siseles, director de Freelancer.com para América Latina y España para el diario salteño La Gaceta.